Esta es la gran oración que pronunció Jesús antes de ir al Huerto de Getsemaní. Jesús deja a sus discípulos después de haber pasado por el huerto, la traición, el juicio ante Pilato y la cruz, y entonces dio la impresión de que les estaba abandonando, por lo que ellos se sintieron asustados, indefensos, solos e incapaces de entender lo que estaba sucediendo. No podían acertar a comprender que lo que estaba haciendo nuestro Señor era sencillamente introdur una mas elevada y mejor relación con ellos.
¿No nos sentimos nosotros de ese modo? Dios nos coloca en una situación de cambio y nos sentimos asustados por ello y nos preguntamos si no estaremos perdiendo todo aquello que nos resultaba querido del pasado, a penas conscientes de que lo que Dios está haciendo es guiándonos a una relación mas elevada, mas nueva y mucho mas profunda. Al igual que sus discípulos, nos sentimos asustados y atemorizados.
Al encontrarme con estas palabras mi inquietud es saber transmitir a los corazones de los lectores algo acerca de la poderosa realidad de estas peticiones de Jesús, algo del intenso sentido práctico de lo que está diciendo. Me temo que escucharemos estas palabras, como si fuese preciosa poesía o un drama conmovedor y que, fascinados por su semejanza y belleza, no nos demos cuenta de que Jesús está aquí prácticamente orando por nosotros, puesto que lo que ora a favor de sus discípulos también lo hace a nuestro favor. Me temo que no alcancemos a ver tras la belleza de estas palabras las terribles y gloriosas realidades. Esta oración debiera llegar al fondo de nuestro ser como si nos hubiesen pegado un puñetazo en la barbilla o, quizás, como cuando una mano nos agarra cuando estamos a punto de caernos por tercera vez, cuando lo cierto es que estas palabras deberían al mismo tiempo hacer que seamos mas sobrios y servirnos de consuelo. No se trata de palabras blandas y bonitas, pronunciadas en una enorme catedral. Son palabras reales, terrenales, conmovedoras, pronunciadas en el campo de batalla en el que nuestro Señor se está enfrentando con la vida tal y como es y, por ello, deberían de despertar en nuestro interior esa nota de realidad.
Lo primero que nos llama la atención es la súplica que hace Jesús a favor de sus discípulos diciendo: "Padre santo, guárdalos (Juan 17:11b). Mas adelante dijo: "No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del maligno. (Juan 17:15a). Este es el tema de su oración: que sean guardados.
¿Por qué? Hay tantas cosas por las que yo oraría si estuviese en su lugar (si algún hombre pudiese estar en su lugar). Son las cosas por las que normalmente oramos unos por otros. ¿Por qué no pidió Jesús en oración: "úsalos o fortalécelos o enséñales o guiales? Eso sería lo que nosotros pediríamos unos por otros en oración, pero cuando llega a este punto, en el que está a punto de dejarles, quiere resumir en una breve frase todo cuanto representa el anhelo de su corazón para ellos, resumiéndolo de esta manera sencilla: guardalos.
Al meditar en ello, me encontré con que es exactamente lo mismo que yo pido en oración cuando me dispongo a dejar a mi familia o cuando estoy alejado de ella. Cuando estoy con mis seres queridos puedo orar por ellos de modo mas concreto, pero cuando estoy alejado me doy cuenta de que estoy continuamente diciendo en oración: "Señor, guardales, guardales.
Todo esto pone de manifiesto el hecho, enfatizado para nosotros aquí en esta oración de Jesús, de que la relación es lo mas importante. Quiénes somos es mucho menos importante que lo que hacemos y nuestro Señor, consciente de ello, resume todas estas peticiones en una con las palabras "guardales, Padre, guardales. Las personas con las que nos relacionamos determinan lo que somos, de modo que su oración es para que nuestra relación con el Padre permanezca intacta, porque entonces todo cuanto pueda desear se convertirá en eso. De modo que ora diciendo: "guardalos.
Esto es algo que pronuncia en vista del peligro que prevé, destacado para nosotros brevemente en los versículos 14 y 15:
"Yo les he dado tu palabra, y el mundo los aborreció; porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los quites del mundo, como tampoco yo soy del mundo. (Juan 17:14-15)
Nuestro Señor vio con toda claridad la naturaleza de la vida, tal y como es, la naturaleza de la realidad. Se da perfecta cuenta de que los cristianos, los creyentes, se enfrentan con un mundo hostil, tras el cual está un ser siniestro de increíble sutileza, al que llamamos el demonio. Nosotros no le vemos, nos sería de ayuda si así fuese pues podríamos tratar mucho mas fácilmente con él si se hiciese visible, pero desgraciadamente no lo hace. Se mantiene oculto tras el telón y, por ello, ha creado el mito de que ni siquiera existe, pero a los ojos de Jesús, que veía las cosas tal y como eran, el demonio era un ser muy real. Se da cuenta de que, como seres humanos que somos, sencillamente no vemos al demonio, sino que lo que vemos es su apariencia, a la que Jesús llama "el mundo.
Los creyentes han tenido que luchar con este problema "del mundo durante los veinte siglos de la era cristiana y se han preguntado lo que esto significaba.
Algunos han cometido la equivocación de creer que es el mundo de la naturaleza y que los creyentes no deben tener nada que ver con él y con disfrutar de la belleza natural, la gloria de las montañas, el mar y el mundo de la vida natural, pero no hay duda alguna de que esto no es cierto.
Otros se han preguntado si se refiere al mundo de las relaciones naturales, a nuestra vida familiar, a la alegría de la vida en familia, los amigos, el hogar, los padres y los hijos, así como la relación entre ellos. No, ese no es "el mundo acerca del cual nos advierte nuestro Señor.
El mundo, en el sentido peyorativo, en que se usa aquí la palabra, es sobre todo las conclusiones básicas a las que llegan los hombres y mujeres que viven sin Dios. En otras palabras, la filosofía subyacente de la vida que aplican los hombres al enfrentarse con la vida, ese es el mundo.
Resulta bastante difícil explicarlo mediante términos concretos.
Hace algún tiempo recibí una invitación para suscribirme a una revista nueva que resultaba, en mi opinión, excesivamente mundana. Al leer el prospecto acerca de ella, me dio la impresión de que sin duda era una revista que hablaría con toda franqueza según la línea de la filosofía mundana. Me suscribí a ella por ese motivo y lo que esperaba fue totalmente confirmado. (No voy a darles el nombre de la revista ya que no quiero aumentar su lista de suscriptores.) Al leerla descubrí que en ella había una mundanalidad descarada, expresada abiertamente, ¡la mundanalidad desenmascarada! De hecho, las filosofías reflejadas en esta publicación son detectables prácticamente en cualquier revista popular publicada en la actualidad. La misma idea se halla en la mayoría de los programas de televisión, en las retransmisiones de radio y en otros medios de comunicación, pero rara vez se expresan con tal transparencia como lo hacía esta hoja en particular. Leí dos temas y apunté algunas declaraciones para dar un ejemplo de lo que quiero decir.
Estas palabras han sido sacadas de uno de esos artículos:
Son los moralistas los que son los responsables del actual nivel de crímenes sexuales y la presente situación que ha revelado el Informe Kinsey. El mundo está harto de moralidad.
Ese es el problema: la moralidad y los moralistas.
Estas son palabras de otro artículo:
Los problemas de la pobreza, la injusticia racial, la corrupción política y todo lo demás son ramificaciones de un mismo árbol de maldad y es el árbol de la autoridad. La obediencia a la autoridad es el único principio que explica todos los males de la historia humana.
He aquí otro de ellos:
Los conceptos freudianos de la motivación sexual pueden explicar adecuadamente todos los fenómenos humanos.
La religión organización es un duro gallo de pelea, que ha sido tradicionalmente el primero en atacar a la sociedad americana. La prensa puede meterse con el gobierno, el gobierno puede atacar a la industria y ésta al trabajo y éste a los tres, pero nadie puede picotear, por así decirlo, al gallo que puede picotear a todo el mundo en cualquier momento con toda impunidad.
Dicen que el problema es la iglesia. He reunido estos a fin de documentar lo que Jesús dice: que el mundo odia a sus discípulos porque ellos no pertenecen al mundo. El mundo en el que vivimos está dominado por la filosofía satánica, que se opone diametralmente a todo lo que Dios representa. Cuando olvidamos este hecho e intentamos amoldarnos a este mundo y sentirnos cómodos en él, como si fuese el lugar apropiado, con su ambiente, su clima en el que deberíamos sentirnos como en casa, cometemos un grave error.
Tal vez la propaganda más efectiva del mundo es la mentira satánica que llamamos romanticismo y son miles los que se dejan engañar por ella. Estoy seguro de que hay muchos entre nosotros hoy que nos hemos dejado afectar por esto, a pesar de que no es mas que una mentira. No hay duda de que muchos de nuestros jóvenes se ven profundamente influenciados por esta idea. Es la ilusión de que el propósito de la vida es que sea toda luz de luna y rosas, la aventura fanfarrona o los soberbios viajes a lugares lejanos. Eche un vistazo a la revista que tenga mas a mano y verá usted lo que quiero decir. Casi todas las revistas llaman la atención siguiendo las líneas del romance, la aventura de los aparatos de musculatura, la aventura, la salud o hablan de los viajes y la emoción. Ahí tenemos el mundo con todo su engaño más atractivo, atrayendo, engatusándonos con su suave música, sus luces suaves y sus nombres y lugares exóticos; ese es el mundo. Resulta demasiado fácil perder la cabeza dejarnos arrastrar por "la buena vida que, por desgracia, nunca descubrimos. Es la amarga ironía de nuestros días, tal ver mas que en ninguna otra época, que entregándonos a nosotros mismos a todo lo que nuestros sueños han imaginado, nos encontramos que nuestra vida sigue estando vacía y sin propósito. Eso es debido a que todo eso no es mas que un sueño, una fantasía, una red de engaño que promete mucho, pero no da nada.
La respuesta cristiana al romanticismo la hallamos en el versículo 13:
"Pero ahora voy a ti y hablo esto en el mundo, para que tengan mi gozo completo en sí mismos. (Juan 17:13).
Es en esto en lo que hallamos el gozo, la realización, el significado, el propósito y la bendición; no en seguir las aventuras románticas que son sueños inalcanzables o en buscar la satisfacción en las cosas materiales, sino en una vida y un corazón que han sido entregados a Jesús el Mesías, que le conoce y que tiene comunión con él. Todos los que lo han intentado han descubierto que es así, efectivamente, y saben que existe un gozo inexplicable que acompaña a esto que no puede sencillamente compararse con ninguna otra cosa.
Hace poco dijo un hombre: "Me lo he pasado tan bien en mi vida que a penas puedo describirlo. La vida para mi ha sido algo constantemente emocionante. ¿Quién era esa persona? ¿Era acaso una persona que se había dedicado a la búsqueda de la aventura? No, ese hombre era el Dr. Frank Laubach que, como creyente, se había dedicado de lleno a la causa intentando enseñar a las gentes de todo el mundo cómo aprender a leer a fin de que pudiesen leer las palabras de vida y de verdad en las Escrituras. Su propio testimonio es que ha sido la vida mas emocionante que podría haber deseado.
Un hombre dijo en mi presencia no hace mucho tiempo: "soy un radio físico, que trabaja en las fronteras del emocionante mundo de la ciencia, explorando el universo, pero debo decir que este emocionante campo de la ciencia en el que trabajo parece un asunto aburrido de verdad en comparación con lo emocionante que es conocer a Jesús, el Mesías.
¿De dónde procede este poder que hace que nos mantengamos rectos cuando el mundo, con su atractivo y la presión que nos rodea como un gran océano, hace que estemos sumidos en el ambiente total del engaño? ¿Cómo podemos mantener nuestros principios? ¿Cómo podemos ser guardados? La única respuesta posible es la autoridad con la que cuenta aquí nuestro Señor. Aquí enfatiza dos veces "Padre santo, guardalos en mi nombre (Juan 17:11b) y mas adelante: "cuando yo estaba con ellos, yo los guardaba en tu nombre. (Juan 17:12a).
Como ya hemos visto, el nombre de Dios representa toda la autoridad y los recursos de Dios. Lo que está diciendo Jesús aquí es que el proteger a un creyente de todas las tentaciones y el engaño de este mundo es una tarea sobrenatural. Ningún hombre es suficientemente listo como para hacerlo por sí solo. Nada mas es suficiente, solo el poder de Dios puede guardarnos. Esto se refleja en todas las Epístolas del Nuevo Testamento. Pablo dijo: "porque yo sé a quién he creído, y estoy convencido de que él es poderoso. (2ª Tim. 1:12b) y no hace ninguna diferencia si traducimos la próxima frase para guardar mi depósito para aquel día o "lo que él me ha encomendado. Cualquiera de estas dos traducciones es posible, pero, en cualquier caso, Dios puede guardar. Pedro habla acerca de aquellos que "son guardados diciendo "sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para la salvación preparada para ser revelada en el tiempo final (1ª Ped. 1:5) y casi la última promesa de las Escrituras es la palabra de Judas: "Y aquel que es poderoso para guardaros sin caída y para presentaros irreprensibles delante de su gloria con grande alegría (Judas 1:24), nada mas puede ser suficiente.
A fin de enfatizar eso, Jesús nos muestra con toda claridad una aparente excepción diciendo:
"Y los cuide y ninguno de ellos se perdió, excepto el hijo de perdición, para que se cumpliese la Escritura. (Juan 17:12).
¡Qué posibilidad tan sobria y temible se revela aquí en la persona de Judas! He aquí a un hombre que era uno de los discípulos, llamado por Jesús el Mesías, incluido y perteneciente al círculo intimo de los doce, un hombre profundamente religioso, evidentemente, un hombre dedicado a la causa de Dios tal y como la entendía. Era un hombre moral en muchos sentidos, aunque no estaba por encima de robar un poco de la bolsa de vez en cuando, un hombre sincero y formal, de fuertes convicciones y de poderosos impulsos, pero había algo que estaba mal en él, una sola cosa: ¡Estaba convencido de que podía guardarse a sí mismo por medio de sus propios esfuerzos! Creía que podía hacerlo solo. Pensaba que podía seguir al Mesías con su propia fortaleza y utilizarle para sus propios fines. Nunca había entregado su corazón ni reconocido su absoluta debilidad poniéndose a los pies del Mesías. No había llegado nunca al punto de decir, como cantamos en este antiguo himno:
Nada en mi mano traigo,
solo me aferro a tu cruz.
No había llegado nunca a eso. No había llegado nunca a ese momento en el que se colocase en su debilidad impotente ante el Mesías como lo habían hecho los otros discípulos: "Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. (Juan 6:68). Pedro dijo: "Eres un hombre inquietante con el que vivir. Otros maestros pueden atraernos, pero Señor, ¿a quién podemos ir? Ningún otro puede hacer las cosas que tú haces.
Judas no se convirtió en el hijo de perdición al traicionar a Jesús, lo había sido todo el tiempo y nunca fue ninguna otra cosa. Nunca estuvo bajo el poder protector del Padre, de modo que El no podía guardarle, pero aquellos que han aprendido a no confiar en sí mismos, que, como dice Pablo: "no confiamos en la carne (Fil. 3:3), aquellos que son guardados en el nombre del Padre, y que nada, dice Jesús, nada, nada puede separarles del amor del Padre. "Nadie las puede arrebatar de las manos del Padre. (Juan 10:29), porque El les guarda.
Tal vez algunos de ustedes estén diciendo: "¿acaso no hay ninguna parte para nosotros? Sí, claro que la hay, y es al mismo tiempo la cosa más sencilla y mas difícil del mundo que hacer. Fíjese en el programa que revela en los versículos 17 a 19:
"Santifícalos en la verdad; tu palabra es verdad. Así como tú me enviaste al mundo, también yo los he enviado al mundo. Por ellos yo me santifico a mi mismo, para que ellos también sean santificados [o consagrados] en la verdad. (Juan 17:17-19).
Aquí tenemos esa palabra tan inquietante: "santificación, santifica. ¿Qué quiere decir? No conozco ninguna otra palabra en las Escrituras que haya sido tan mal interpretada como ésta y a la que la gente mas le teme. Muchos tienden a considerar la santificación como una especie de proceso de eliminación de gusanos, una especie de inmersión religiosa de ovejas, necesaria para que nos pueda usar. No, lo que quiere decir es sencillamente "dedicar al uso indicado, eso es todo. En este momento estoy santificando este micrófono usándolo para amplificar mi voz. Estoy santificando el púlpito y hace un momento estaba santificando la silla y ustedes están santificando las sillas sobre las que están sentados. Sencillamente las están utilizando para su uso adecuado, eso es todo. Cuando Jesús le dice al Padre: "Padre, santificalos lo que está diciendo es "Señor, haz que estoy hombres y mujeres alcancen el ideal que tú tienes para ellos. Haz que puedan hacer lo que es mas indicado, haz que descubran la razón por la que nacieron. Haz que lleguen al punto en el que descubran tú programa para ellos, haz que realicen aquello para lo cual tú los creaste. ¿Cómo? Por medio de la verdad "tu palabra es verdad.
Esto nos trae a nuestra parte. En todo este poderoso programa de Dios, ¿qué papel representamos nosotros? Es sencillamente creer en la verdad; eso es todo. Creer en la verdad. Algunos de vosotros estáis suspirando y diciendo: "Ya, la misma antigua historia de siempre. Es lo que dicen todo el tiempo. Y eso es verdad, es lo que decimos todo el tiempo, pero es evidentemente una de las cosas más difíciles de hacer para los corazones humanos, creer sencillamente que lo que ha escrito Dios es la verdad, sean cuales fueren nuestros sentimientos. Pero la dura realidad es que preferimos creer a nuestros sentimientos que en la Palabra y en eso radica nuestro problema. En mas de una ocasión últimamente, algunos creyentes me han dicho: "ya no puedo soportarlo mas, me doy por vencido. Me da la impresión de que las Escrituras no funcionan en mi caso. Intento cumplir las promesas, me esfuerzo por depositar mi confianza en el Señor, me intento apropiar del Mesías, intento hacer todas estas cosas, pero no me funciona. Puede que a usted sí le funcione, pero a mi no. No puedo soportar las presiones que siento. No puedo aguantar las pruebas a las que me veo sometido. Y entonces les cito ese versículo de Primera de Corintios en el que Pablo dice: "No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados mas de lo que podéis soportar... (1ª Cor. 10:13). Les digo: "No se desanimen. No están ustedes pasando por algo por lo que otros no hayan pasado ya. Y la reacción es casi inevitablemente: "Esto no puede ser. ¡Nadie mas ha pasado por lo que yo estoy pasando! Sencillamente no puedo creer que lo que yo estoy pasando sea una experiencia común. El problema es que usted no entiende lo que estoy pasando ¡nadie me entiende, nadie!
¿Qué es esto? ¡Incredulidad disimulada! Es negarse a aceptar como la verdad lo que Dios dice, he ahí el problema. Decimos que creemos, pero no creemos, porque cuando se trata de aplicarlo como es debido, decimos: "Dios es un mentiroso. ¡Mis sentimientos son los que son verdad! El hecho es como me siento.
Supongamos que uno de ustedes le preguntase a alguien: "¿Cómo se viaja en avión? No he volado nunca con anterioridad, así que dígame cómo se hace. La persona responde: "Bueno, es muy sencillo. Lo que se hace es llamar a las líneas aéreas que vayan al destino que quiere ir y usted hacer la reserva. Luego hace usted los arreglos necesarios para comprar el billete y lo presenta, en el momento apropiado, en el aeropuerto y le admitirán en el avión. ¡A continuación sube usted a bordo, se abrocha el cinturón y el avión hace el resto! Puede que diga usted: "la verdad es que no acabo de entender lo que quiere usted decir. Póngamelo por escrito, por favor. --Haga una reserva, compre el billete, presentelo en el momento apropiado y suba al avión, eso es todo. Un par de días después vuelve usted y dice: "bueno, lo he intentado, pero no funciona. He hecho la reserva, he comprado el billete, he ido al aeropuerto y ¿sabe lo que me dijeron? ¡Me dijeron que hacía dos horas que el avión había despegado! ¡No funciona! Y la persona le contesta: "Espere un minuto. Recuerde que le dije en las instrucciones, presente el billete en el momento apropiado. ¿Hizo usted eso? "Oh, lo leí contesta usted, "pero no creí que fuese importante. Después de todo, cualquier momento es tan bueno como otro. Fui cuando estuve listo. Y esa persona le dice: "pues ese es precisamente su problema. Si va usted a actuar según lo que le han dicho, debe de hacer absolutamente todo. No puede usted hacer caso omiso de una parte, porque si falla en una de ellas cancela todo el programa. No fue usted en el momento apropiado y, por lo tanto, no le funcionó.
Ahora bien, esta sencilla analogía por tosca que pueda ser, es un paralelismo muy exacto de lo que sucede con frecuencia en nuestra experiencia como creyentes. Debemos de creer que Dios nos ha dicho la verdad. La fe cristiana no tiene valor alguno si no creemos esto. Si este libro no es mas que otra voz cualquiera entre los miles que nos chillan durante toda la semana, aconsejándonos y diciéndonos lo que tenemos que hacer, carece de todo valor, así que dejémosla a un lado. Pero aquí tenemos la revelación de la verdad, de las cosas tal y como son, sin importar como nos sintamos. No avanzaremos nunca en nuestras vidas espirituales hasta que aceptemos el hecho de que lo que Dios dice es verdad.
Como dice Pablo: "sea Dios veraz, aunque todo hombre sea mentiroso (Rom. 3:4). Cuando empezamos a creer lo que él dice como la verdad, y a actuar conforme a ella, descubrimos que todo lo que él dice queda gloriosa y maravillosamente confirmado.
Es verdad que Dios nos protege incluso cuando nos falla la fe. Gracias a Dios por ello, porque él es el Autor y Consumador de nuestra fe y nuestra fe descansa sobre el fundamento de su fidelidad, pero también es verdad que nunca llegaremos mas lejos de lo que nos lleve nuestra fe. Puede que Dios despierte de nuevo la fe en nuestro interior, pero nunca podremos realizar ningún progreso, no podremos nunca apropiarnos de ninguna verdad, ni de ninguna bendición que no entre por la puerta de una confianza tranquila y real en lo que dice Dios. Por lo tanto, la oración de Jesús es: "santifícalos, úsalos para lo que sea apropiado, permite que descubran de qué se trata la vida, por medio de la verdad, tu palabra es verdad.
"Basándome en esto dice Jesús, es como yo mismo he actuado. De la misma manera que tú me has enviado al mundo, para vivir mediante una apropiación continua del poder a mi alcance porque creo en lo que tú has dicho, yo también les he enviado a ellos al mundo. Yo les he dado ejemplo, me he santificado ante sus ojos, mediante este mismo proceso de creer en la verdad, a pesar de la conflictiva evidencia de mis sentidos. Me he santificado, para que también ellos sean santificados, consagrado en la verdad.
Oración
Padre nuestro, te pedimos que las palabras que hemos estado leyendo aquí no sean sencillamente palabras hermosas, sino que nos ayuden a entenderlas y a considerarlas como palabras de consejo práctico, como la exposición mas práctica del camino hacia la experiencia que anhelamos para obtener la victoria, el poder y la bendición de Jesús el Mesías, nuestro Señor. Señor, ayúdanos a hacer oídos sordos a las ruidosas voces del mundo que quieren engañarnos, pero a que tengamos nuestro oídos bien abiertos, del todo, para escuchar esa voz maravillosa, la de la verdad, esa voz de la realidad de tu palabra que nos enseña cómo es la vida en realidad. Y al actuar basándonos en ella te damos gracias, Padre, porque la confirmación es un gozo increíble e inexplicable. Por ello te damos gracias en el nombre del Mesías, amen.
Título: El Mesías Ora por Usted
Serie: Estudios sobre la Oración en el Nuevo Testamento
Pasaje de las Escrituras: Juan 17:9-19
Mensaje Nº: 11 Nº de Catálogo: 66
Fecha: 10 de Mayo, 1964
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