Resulta significativo fijarse en el hecho de que, aunque Jesús no enseñó nunca a sus discípulos a predicar, sí les enseñó a orar. Una gran parte de la enseñanza acerca de la oración se encuentra en este espléndido y descriptivo pasaje, que se conoce como El Discurso del Aposento Alto, que se encuentra del capítulo 13 al 17 de Juan y es un pasaje que está lleno de asombrosos conceptos. No conozco ninguna otra parte de la Palabra de Dios que presente un mayor desafío que ésta. Es un área muy amplia de misterio, belleza y gloria. No la he leído nunca sin sentirme profundamente humilde en la experiencia. Tal vez en este lugar, mas que en ningún otro, nuestro Señor nos revela el secreto único del Cristianismo, ese aspecto de la vida al que se le ha llamado "la vida transformada. He aquí el secreto del creyente: es una persona que no vive su propia vida, sino la de otro. O, para ser mas exactos, está viviendo su vida en él. Hasta que no haya usted comprendido eso como el misterio y la clave de la vida del creyente, no se habrá graduado usted ni habrá pasado del nivel de guardería en la vida cristiana.
Ha llegado el momento de relacionar, en nuestro estudio acerca de la oración, el tema del espectro total de la vida cristiana. No hay pasaje que lo haga de un modo mas efectivo que el pasaje que tenemos ante nosotros. En los versículos 12 a 17, se mencionan tres revelaciones acerca de la vida de Jesús el Mesías obrando en nosotros:
En el versículo 12 nos enteramos de que el carácter de la obra cristiana es una "actividad prestada en los versículos 13 y 14 nos encontraremos con que el fundamento de la oración del creyente es "una autoridad prestada y en los versículos 15 a 17 se nos revela que el secreto de la vida cristiana es "una deidad prestada.
Esa es la realidad de una vida transformada. Ese es el programa para este estudio, de modo que vamos a examinarlo detalladamente.
En el versículo 12, el carácter de la obra cristiana es la actividad prestada. Jesús dice:
"De cierto, de cierto os digo que el que cree en mí, él también hará las obras que yo hago. Y mayores que éstas hará, porque yo voy al Padre. (Juan 14:12)
Cada una de las divisiones de este pasaje contiene una promesa asombrosa, con una tremenda posibilidad y relacionada con ella está una afirmación que tiene una condición que la limita o la restringe. Con frecuencia al leer estos importantes pasajes de las Escrituras, o bien nos sentimos tan deslumbrados por la promesa que hacemos caso omiso de la condición o nos sentimos tan asustados por ella que prestamos poca atención a la promesa, pero es necesario que nos tomemos muy en serio ambos aspectos de lo que ha dicho el Señor. Tal vez nuestro mayor problema es que sentimos una admiración reverente frente a estas promesas, de modo que no hacemos caso de esta condición. Hay un pequeño letrero, que ocasionalmente encontramos en las oficinas y dice:
Cuando todo falla, siga las instrucciones. A veces cuando intentamos apropiarnos de una promesa de Dios y da la impresión de que no funciona, la razón es que no hemos seguido las instrucciones. Por ello, una afirmación condicionante es siempre el camino hacia la realización.
La promesa está perfectamente clara en el versículo 12. Jesús dijo: ""De cierto, de cierto os digo que el que cree en mí, él también hará las obras que yo hago. Y mayores que éstas hará. Eso nos asusta o nos deja asombrados porque es teóricamente aceptable, pero es prácticamente increíble, de modo que nos negamos a aceptarlo como un valor nominal. Nos preguntamos si no habrá truco en alguna parte y nos decimos a nosotros mismos que tiene que tener truco, porque ¿está Jesús diciendo realmente que los cristianos de hoy en día, en este siglo XX, no solo pueden hacer las obras que él hizo sino incluso mayores? ¿Eso lo que está diciendo? La promesa es tan asombrosa que inmediatamente intentamos suavizarla. Nos decimos a nosotros mismos: "¿Puede esto ser cierto de mi? Después de todo, yo no soy Jesús el Mesías y, por lo tanto, no se puede esperar que yo consiga lo que consiguió él. "El que cree en mi, él también hará las obras que yo hago. Y mayores que éstas hará. Aquí es donde tenemos que prestar mucha atención a lo que está diciendo exactamente porque Jesús no está diciendo en este caso que un creyente sincero y consagrado, pueda en 1964 llevar a cabo de hecho, en su sinceridad y su esfuerzo religioso sincero, lo que hizo Jesús en el primer siglo, y mucho menos que haga obras mayores que las que él hizo. No está diciendo que los hombres y mujeres creyentes consagrados van realmente a transcender lo que él ha realizado como el Hijo de Dios encarnado entre los hombres. Pero lo que sí está diciendo es que, como Mesías resucitado realizará, por medio de nosotros, mayores obras que las que hizo por medio del Mesías encarnado, que vivió entre los hombres. ¿Ve usted la diferencia?
Fíjese bien en lo que está relacionado con este hecho: "porque yo voy al Padre. ¿Qué es lo que quiere decir con estas palabras? Fue el hecho de que fuese al Padre lo que liberó todo el potencial de la deidad, en relación con las vidas y los asuntos de los hombres. Mientras estuvo aquí en la tierra la plenitud de Dios estuvo al alcance del hombre solo en un cuerpo humano, el de Jesús. Por medio de la fuerza y la vida del Padre, que moraba en él, pudo llevar a cabo todas las obras ante las que nos maravillamos al leer la historia de su vida, pero lo que está diciendo ahora es, que por medio del Mesías resucitado y habiendo ascendido al trono o al Padre, él mismo hará por medio de nosotros, de acuerdo a nuestra personalidad y la actividad que desempeñemos en esta vida, mayores obras hoy de las que hizo en los días que estuvo en la carne, eso es lo que está diciendo realmente.
Es bastante sorprendente darse cuenta de que la obra del Mesías encarnado, es decir, Jesús de Nazaret, obrando y caminando entre los hombres, fue, al final, aparentemente un fracaso total y absoluto. Aquellos milagros que realizó, aquellas cosas tan extraordinarias, como pueda ser el que levantase a los hombres de entre los muertos, el que sanase a los enfermos, que le devolviese la vista a los ciegos, que liberase a los hombres, a las mujeres y a los niños de la opresión o de los demonios, que tocase con su mano una mano seca de un hombre que, de inmediato fue sanada y volvió a tener vida. Leemos acerca de las impresionantes palabras que salieron de sus labios, el Sermón del Monte, las parábolas junto al mar, las cosas tan misteriosas, maravillosas y urgentes que dijo. Y no nos sorprendemos de que le las multitudes le siguiesen, acosándoles, siguiendole incluso cuando él se retiraba a descansar, insistiendo en su ministerio, de manera que la noticia corrió como la pólvora por toda la tierra de Israel de que se había levantado una vez mas un profeta en Israel. Los hombres abandonaban su trabajo y sus ciudades, sus actividades habituales en la vida, para acudir a escuchar lo que él tenía que decir, siguiéndole hora tras hora.
Ese fue el principio, pero al llegar al final ¿dónde estaban las multitudes? Hacía ya bastante tiempo que habían comenzado a disminuir. "Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él (Juan 6:66) nos dicen los escritores de los evangelios. Muchas de las profundas cosas que había dicho habían producido ya una separación entre los débiles y los fuertes, muchos se habían marchado y se habían negado a continuar siguiéndole. Para cuando llegó la última semana, el número real de los discípulos se había reducido comparativamente, quedando reducido a un puñado e incluso estos, a la hora de su captura y de comparecer ante Pilato, le abandonaron y huyeron. Le abandonaron en la hora de su necesidad. No había mas que una pequeña banda formada por un hombre y tres o cuatro mujeres que se reunieron alrededor de la cruz. Eso fue todo cuanto tuvo el Mesías encarnado como prueba de su maravilloso ministerio en el poder del Espíritu, que había manifestado entre los hombres. ¡Un fracaso total! Ese es el valor de las obras que hizo.
Ahora puede usted darse cuenta de lo que quiso decir con sus palabras: "Y mayores que éstas hará, porque yo voy al Padre. Su ministerio entre los hombres, como hombre, fue un fracaso, pues no permaneció ni tuvo efectos duraderos. Aquellos que habían acudidos, atraídos por lo que vieron, se esfumaron entre las sombras cuando comenzó a aumentar la persecución. Nadie se quedó con él, pero existe una significativa promesa pronunciada en el discurso del Aposento Alto que dirigió a sus discípulos. En Juan 15:16 les dice:
"Vosotros no me elegisteis a mí, mas bien, yo os elegí a vosotros para que llevéis fruto, y para que vuestro fruto permanezca. (Juan 15:16)
Su fruto debe permanecer porque lo que haga usted mediante el poder del Espíritu no desaparecerá. Aquellas personas a las que gane usted a Jesús, el Mesías, aquellos que son atraídos gracias al ministerio que realice usted permanecerán, y esta causa florecerá en la tierra y se extenderá por todo lugar hasta que todas las naciones oigan la palabra, y de toda tribu y nación de la tierra salga, por fin, el fruto que permanezca. Eso es lo que él quiere decir, : "Y mayores que éstas hará, porque yo voy al Padre. Es su obra en nosotros.
Este fin de semana estuve en Newport Beach hablando en el Desayuno para Alcaldes que tuvo lugar en el Club Balboa Bay, en un espléndido ambiente, con yates y barcas de placer, ancladas justo al lado de la ventana. Era una gran tentación estar allí. En el desayuno se habían reunido unos doscientos hombres de la región, muchos de los cuales no eran creyentes, y con nosotros estaban además los alcaldes de Laguna Beach, Newport Beach y Costa Mesa. Estaba presente Norman Nelson, que cantó con una voz maravillosa. Una vez que acabó de cantar Cuan Grande Es El vi a uno de los alcaldes secándose las lágrimas de los ojos. Dios se movió de una manera visible en esa reunión, y cuando acabó pude oír a dos hombres charlando sobre la reunión. Un hombre, que era evidentemente creyente, le dijo al otro: "¿Sabes una cosa? Creo que Dios se ha sentido complacido con lo que ha sucedido aquí esta mañana a lo que el otro le contestó: "¡Mas le vale, porque ha sido El quien lo ha hecho! Me dio la impresión de que esas palabras expresaban exactamente lo que quiso decir Jesús aquí. La verdadera obra del creyente es una actividad prestada, no es nunca su propia obra y si alguna vez considera que lo es, acaba con toda posibilidad de éxito, saboteando la obra del Espíritu Santo.
Sin embargo, hay una condición al respecto y no olvide que se lo advertí. Estas grandes promesas están unidas a una condición que las limita y sin que se cumpla la condición la promesa no será nunca una realidad. ¿Cuál es? "El que cree en mí. Esa es la condición. Ahora bien, eso no significa "el que es cristiano. Puede que diga usted "yo soy creyente. Lo cual significa que hace una serie de meses o de años que he recibido a Jesús, el Mesías, como mi Señor y ahora soy creyente, pero no es ese el sentido en que usa aquí el término. No está diciendo que todo el que es cristiano y, en ese sentido, el creyente podrá hacer estas cosas de manera automática. En este caso usa un verbo en presente que significa "el que está continuamente creyendo en mí. El que se está apropiadose, por fe, de lo que Yo soy hará estas cosas. En la vida cristiana, la fe es siempre la palabra operativa. No está diciendo, el que se tiene la verdad en su poder, sino el que actúa conforme a ella, es el que podrá realizar estas obras. Dios concede poder y habilidad solo a la fe, y solamente cuando lo aprendemos se convierten estas promesas en una realidad en nuestra vida. Ese es el motivo por el que, aunque sabemos que estas promesas deben ser verdad gracias a Aquel que las hizo, a pesar de ello existe lamentablemente tan poca evidencia de ellas en nuestra manera de vivir. Es debido sencillamente a que no estamos dispuestos a aceptar y a dar por buena la palabra de Dios, y esperamos que él haga estas cosas. La esperanza es la condición mediante la cual esto se realiza.
Hay otro pasaje, los versículos 13 y 14, que destaca el hecho de que el fundamento de la oración del creyente es la autoridad prestada.
"Y todo lo que pidáis en mi nombre, eso haré, para que el Padre sea glorificado. Si me pedís alguna cosa en mi nombre, yo la haré. (Juan 14:13-14).
Lo que sea, cualquier cosa, yo la haré. De inmediato tenemos la impresión de que éste es un concepto demasiado amplio. Si tomamos esto como algo totalmente ilimitado, como si se tratase de la lámpara mágica de Aladino, que podemos frotar y pedir cualquier cosa posible en el mundo, no hay duda alguna de que no hemos entendido, para nada, el significado de este pasaje, pues resulta, efectivamente, una interpretación demasiado amplia como para aceptarla sin reservas. Además sentimos, casi de manera instintiva, que resulta demasiado contradictoria, si la aceptamos sin limitación alguna. De modo que vemos que va a haber problemas. ¿Qué sucede si un atleta creyente ora para que el cielo esté despejado y un granjero creyente pide que llueva? ¿Cuál de los dos gana?
Cuando nuestro amigo, el Sr. Hendricks, siendo aún un joven soltero en la facultad, conoció a una joven cuya madre le había echado el ojo y llegó a sus oídos que esta mujer le había comentado a algunos amigos que estaba orando para que yo me convirtiese en su yerno. Recuerdo cómo el Sr. Hendricks hacía una pausa y nos decía, de modo altamente significativo: "¿Le ha dado usted alguna vez gracias a Dios por no una oración sin respuesta?
No, esta promesa no puede ser una promesa que no tenga límites, sino que está condicionada. Nuestro Señor quiso decir exactamente lo que dijo, pero debemos entender lo que dice. Esta es una magnífica promesa de amplio alcance, pero lo que está diciendo es: "si pedís en mí nombre esa es la condición.
Eso significa, sin duda, mucho mas que una fórmula mágica que se añade al final de nuestras oraciones. No hay nada tan pagano, estúpido o carente de significado como la frase "esto lo pedimos en el nombre de Jesús añadido a nuestras oraciones sin la menor comprensión o sin tener en cuenta, realmente, si lo que estamos pidiendo lo hacemos en el nombre de Jesús y es algo que hacemos porque:
1. Resulta tradicionalmente aceptable y 2. No entendemos lo que quiere decir "en su nombre.
"En el nombre del Mesías quiere decir en su autoridad, sobre el fundamento de su carácter, conforme al valor de su obra.
Permítame ofrecerle un ejemplo:
Todos nosotros conocemos muy bien la frase "en el nombre de la ley. Los policías cumplen con su labor "en el nombre de la ley.
Supongamos que un policía se introduce en los barrios bajos de una ciudad a las tres de la tarde. Ha sido llamado allí porque está teniendo lugar alguna actividad delictiva, llega a la dirección que le han dado y llama a la puerta diciendo: "Abran en nombre de la ley. Nadie le abre la puerta, de modo que después de volver a llamar y de pedir que le abran en nombre de la ley, sin que nadie le responda todavía, tira la puerta abajo, entra y hace un arresto.
Ahora bien, digamos que esa misma noche a las diez, el mismo policía está borracho. Se encuentra en un sector residencial y por algún motivo propio, en su estupor alcohólico, sube dificultosamente los escalones de una casa, llama a la puerta y dice: "abran en el nombre de la ley. Los que están en el interior escuchan su voz engolada, se dan cuenta de que es un policía borracho y se niegan a abrirle la puerta. De modo que el policía la echa abajo y cuando lo hace, se ve arrestado y encarcelado él mismo.
¿Por qué? Es la misma acción y exactamente el mismo hombre, de modo que ¿cuál es la diferencia? En una ocasión lo hizo realmente en nombre de la ley, pero en la otra fue algo que llevó a cabo fuera de la ley, a pesar de haber usado las mismas palabras. Una de ellas fue una actividad con autoridad y la otra no autorizada.
Eso es lo que quiere decir Jesús.
Cuando pedimos en el nombre de Jesús debemos de pedir dentro del ámbito y del alcance de su obra y de su carácter. Todo aquello en lo que él esté interesado que se realice en la tierra, nosotros, como instrumentos de su actividad, estamos participando para realizarlo. "Sea lo que fuere lo que necesitéis nos dice, "pedid y se hará. ¡Sea lo que fuere! Si es una necesidad dentro de este límite, puede usted pedirlo y se hará, sin falta.
Permítame dar nuevamente un ejemplo, haciendo alusión al desayuno de Newport Beach:
Era mi responsabilidad dar un mensaje allí y, como me sucede con frecuencia en semejantes ocasiones, me sentí inadecuado e impotente. Me encontraba en un sector rico y afluente. Sabía que la reunión se iba a celebrar en un lugar de lo mas elegante y en semejante sector de recreo abunda, con frecuencia, una gran indiferencia religiosa. Sabía que en la reunión estarían un puñado de hombres que no se identificarían exteriormente y de ningún modo, con la fe cristiana y muchos de ellos serían normalmente superfluos, desarraigados, paganos modernos sin el menor interés. Era una reunión desafiante, una oportunidad para hablar en el nombre de Dios a hombres que generalmente no prestarían atención y era plenamente consciente de ese hecho. Me sentía inadecuado y al mismo tiempo me daba cuenta del tremendo desafío que representaba y mi propia incapacidad. He aprendido, por amplia experiencia y gracias a la Palabra de Dios, a reconocer que los sentimientos de incapacidad son algo excelente. Yo los recibo bien ahora, porque sé que el propósito es hacerme pedir lo que necesito. De modo que, antes de que empezase la reunión, sencillamente pedí. Pedí tres cosas:
1. Pedí que lo que yo dijese resultase importante y que abordase la situación en que estas personas se encontraban.
2. En segundo lugar, que fuese desafiante, que fuese capaz de decir algo que despertase a estos hombres y
3. En tercer lugar, que fuese poderoso, que su efecto no fuese insignificante, que no fuese ligeramente dejado a un lado, sino que diese en el blanco y llegase con poder al corazón.
Lo que dije no fue ni algo sumamente inteligente ni profundo, fue muy sencillo. Me limité a intentar llamar la atención a la revolución moral que actualmente está tan extendida por los Estados Unidos y al hecho de que está corroyendo nuestra vida nacional y destruyendo el fundamento mismo de nuestro gobierno, algo que se lee y se escucha actualmente por todas partes. Intenté enfatizar algo del vacío moral de una vida así, de lo hueca, superflua e insignificante que parece ser y cuál es la respuesta cristiana.
Inmediatamente después de la reunión dos jefes de policía que habían venido de las ciudades de Newport Beach y Costa Mesa se acercaron a mi, visiblemente conmovidos, me estrecharon la mano y me dijeron: "sabemos a lo que se refiere usted. Es la primera vez que hemos oído algo que parece sugerir una respuesta. Es lo que necesitamos con desesperación en esta región.
Y uno de los alcaldes que, antes de la reunión, había insistido, con cierta aspereza, en que no estaba dispuesto a participar en la reunión, al final se ofreció voluntariamente a levantarse y decir que esto era algo que tenía la impresión de que había puesto de manifiesto la urgente necesidad de esa región y esperaba que este se convirtiese en un acontecimiento anual. Dio la bienvenida a nuestro equipo y le pidió que regresase a la semana siguiente para que celebrasen reuniones de desayunos por toda la región.
¿Cuál es la explicación de esto? "Sea lo que fuere lo que necesitéis, pedid y se os dará eso es todo. Si se encuentra dentro de la dirección, de la participación del Mesías en los asuntos de los hombres en la actualidad, pida usted lo que necesita y le será dado. ¡Cualquier cosa! Si pedís cualquier cosa en mi nombre, lo haré.
Pasemos rápidamente a este último pasaje, al hecho de que el secreto de la vida cristiana es la deidad prestada. Jesús dijo:
"Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre. Este es el Espíritu de verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce. Vosotros lo conocéis, porque permanece con vosotros y está en vosotros. (Juan 14:15-17).
¡Qué promesa tan extraordinaria es ésta! Nuestro Señor está prometiendo aquí que Aquel que vendrá a morar en el corazón y en la vida de cada creyente es ¡nada mas y nada menos que Dios mismo! El que viene es la tercera Persona de la Trinidad, que nos suple toda la plenitud de Dios "para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios (Efes. 3:19), es la oración que hace Pablo por nosotros, que mediante la posesión del Espíritu Santo podamos entender y ser conscientes de que El que viene a morar en nuestro interior es Dios mismo.
Los nombres que usa aquí sugieren la riqueza de esta promesa. El nos dice que será "otro Consejero, aunque a mi, personalmente, me gusta mas la antigua traducción, la palabra es "Consolador, pero debemos entenderla en su significado original, que procede de la palabra fortis, es decir "fortalecer y com quiere decir "con. Es alguien que está junto a nosotros y nos va a fortalecer, eso es lo que es un Consolador, uno que nos fortalece. Mediante esta palabra, Jesús está diciendo que el que iba a venir es Aquel que posee en su interior la plenitud del poder, toda la fortaleza que pudiésemos necesitar, y eso es lo primero.
A continuación se le llama el Espíritu de Verdad y esa es una afirmación maravillosa. ¿No siente usted en ocasiones verdaderos deseos de escuchar la verdad? En este mundo confuso, esta edad en la que vivimos y que nos deja perplejos, ¿no hay momentos en los que usted desea casi físicamente que, de algún modo, aparezca alguien, en alguna parte, que nos pueda decir la verdad? Pues ese es exactamente Aquel, el Espíritu de Verdad, el que revela lo que es cierto, el que expone el error, el que disipa las dudas y hace que nos enfrentemos cara a cara con las cosas tal y como son en la vida.
Leí en una ocasión un maravilloso testimonio del Dr. Emile Caillet respecto a su descubrimiento de la Biblia, siendo un joven agnóstico. A la edad de veintiún años no había visto nunca una Biblia y fue años después, estando casado, cuando alguien le dio por primera vez una Biblia. Comenzó a leerla y descubrió que aquella era la respuesta a su búsqueda de toda una vida de lo que él llama "un libro que me entiende. Al leerla, descubrió que era, efectivamente, ese libro porque en él se revelaba a Aquel que le entendía. Su testimonio es una experiencia de toda una vida que ha dedicado a profundizar cada vez mas en las maravillas de un Libro que le entendía, porque le fue revelado por el Espíritu de Dios, que es el que nos entiende a nosotros.
Y fíjese en que este privilegio es exclusivamente para el creyente. Solo el creyente puede ser guiado por el Espíritu de Dios a la naturaleza de la realidad, a la verdad. Jesús dijo: "Este es el Espíritu de verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce que es exclusivamente para el que tiene fe. El mundo no podrá nunca ver la realidad, ¡nunca! Siempre que los hombres sigan siendo mundanos permanecerán ciegos a la naturaleza elemental de las cosas. ¡No las entenderán nunca porque el hombre es al mismo tiempo el espécimen que ha de ser examinado y el examinador, y el problema es que el error que comete el examinador afecta al examen! El hombre razona continuamente siguiendo un círculo vicioso de incredulidad, que le impide descubrir la realidad vital, pero cuando el Espíritu de Verdad viene, quita los velos y disuelve las brumas. Poco a poco, de manera gradual, empezamos a entender quiénes y qué somos y por qué somos lo que somos, y por qué otros son lo que son, y lo que es este mundo, a dónde va y cuál será su fin. El Espíritu de Verdad, no hay nada más magnificamente bíblico que esta habilidad para ver claramente la verdad.
Pero ahora llegamos a la condición, porque el hecho brutal es que, aunque todo creyente auténtico posee el Espíritu de Verdad, miles caminan en tinieblas y no entienden mas acerca de sí mismos que la mayoría de los paganos que les rodean. Aunque el Espíritu está a nuestro alcance, seguimos tan engañados y ciegos como cualquier mundano que vive junto a nosotros. Aunque poseemos el potencial del que él no dispone, no estamos llegando al fondo. Puede que nos hayan enseñado con la Biblia, pero no hemos sido enseñados por el Espíritu. ¿Por qué no? Porque Jesús dice: "porque permanece con vosotros y está en vosotros y aquí tenemos una distinción vital.
Por favor, no me crucifiquen a un palo por herejia. Sé tan bien como usted que cada uno de los creyentes, al recibir a Jesús, el Mesías, recibe al Espíritu de Dios y mora en él, que está en nosotros desde el principio mismo y no necesitamos después orar pidiendo que entre en nuestro interior porque está allí desde el principio. Desde el punto de visto histórico, era cierto que estos discípulos no habrían de recibir el Espíritu en su interior hasta el Día de Pentecostés. Había habitado con ellos antes, pero iba a estar en su interior a partir del Día de Pentecostés, pero, habiendo dicho todo esto, sigue siendo cierto, como proposición, que aunque el Espíritu de Dios está en su interior, en lo que a usted se refiere, desde el punto de vista empírico, es como si solo hubiese morado con usted porque usted no se está apropiando de esa vida que mora en su interior y, a todos los efectos, no está ahí, solo está junto a usted.
Esta es la explicación de la prevaleciente debilidad de la vida de los creyentes.
La otra noche, durante la reunión de nuestra Junta de Ancianos, estuvimos discutiendo acerca de este problema. Nos estabamos haciendo la siguiente pregunta a nosotros mismos: "¿A qué es debido que, aunque la verdad está siendo continuamente proclamada en este lugar, por medio de nuestros maestros, en el púlpito y de muchas otras maneras, sin embargo, en las vidas de mucha de nuestra gente existe una actitud tan superficial y vacía? Hay un reflejo tan tenue de la verdad que escuchan nuestros oídos. ¿A qué es debido esto? ¿Cómo es posible que los creyentes sepan tanto y experimenten tan poco? Nos estabamos debatiendo con este problema y yo comenté lo inquietante que resulta sentarse con un grupo de personas y mencionar alguna gran promesa de las Escrituras o de la vida como creyentes, de las que nos deberíamos apropiar, y ver que todo el mundo menea la cabeza, como si estuviesen de acuerdo con ello, y a continuación ver la mirada de asombro en sus ojos cuando se propone alguna acción concreta al respecto. Se quedan mirando sorprendidos por el hecho de que pretendemos tomarnos estas palabras en serio y queremos actuar de acuerdo con ellas. Al hablar sobre ello, uno de los jóvenes que estaban con nosotros dijo algo de gran ayuda y percepción. Dijo: "¿Sabe una cosa? Creo que sé lo que es. Es algo que he hallado en mi propia vida. Cuando por fin dejo de discutir y empiezo a obedecer al Señor, descubro que todas estas cosas comienzan a funcionar. He descubierto en mi propia experiencia que es posible mantener a Dios alejado, aunque more en mi interior. Y cuando El está allí fuera, nada funciona, pero cuando yo me someto a su dirección soberana en mi vida, y comienzo a actuar de acuerdo con lo que él dice, entonces está en mí y empiezan a suceder cosas. Había dado de lleno en el blanco. Es precisamente lo que dice Jesús.
"En usted significa que se encuentra usted bajo el control del Espíritu Santo, y en una actitud de obediencia sumisa a su soberanía totalitaria. Representa el colapso total de toda su rebeldía contra él.
"Oh dirá usted, "yo no estoy actuando en rebeldía en contra del Espíritu de Dios. Yo soy creyente, no me rebelo en contra de él.
Permítame que le pregunte: "¿Qué clase de vida lleva usted? ¿Es una vida que se centra en Dios o en usted mismo? ¿Cuando hace usted algo lo hace con el propósito de complacerse a sí mismo y para satisfacer sus propios deseos? Si es así, está usted revelándose en contra del Espíritu de Dios, y el que él more en su interior significa el colapso total de toda esa rebeldía hasta que esté usted dispuesto a decir: "Señor Jesús, digas lo que digas, tu palabra es una orden para mi y estoy dispuesto a obedecer.
Para el mundo lo que cuenta no es la relación que podamos tener con Jesús el Mesías, sino lo mucho que nos parezcamos a él.
Oración
Espíritu Santo, te pedimos que examines nuestros corazones en este día y nos salves de esta maldita perfidia que es el hablar la verdad, pero no vivir conforme a ella, de ser un eco de la ortodoxia, al mismo tiempo que nos negamos a someternos de maneras prácticas, de vigilar nuestros recursos y proteger nuestras vidas, negándonos a arriesgarlas por tu causa y entregándonos a tus propósitos. Señor y Dios, ¡qué hipócritas somos! Guardanos de esto, para que podamos conocer la plenitud de la gloria de estas promesas cumplidas en nuestras vidas en este tiempo y edad. Lo pedimos en el nombre de Jesús, amen.
Título: El Espíritu Santo y la Oración
Serie: Estudios sobre la Oración en el Nuevo Testamento
Pasaje de las Escrituras: Juan 14:12-17
Mensaje Nº: 8 Nº de Catálogo: 63
Fecha: 19 de Abril, 1964
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